jueves

Concerta


respiro hondo y duermo

sobrio sobre algodones

meciendo las horas lentas

con la cabeza entre las vías

de nubes viejas

de madera vacía

más antes que tarde

tan tarde que sale el sol

a parir la ciudad en coma;

 

más que nada para animar

la reacción de proteína

la rasura fisiológica

la respuesta inmune

del metilfenidato

que ofrece hacerse cargo

de las obras incompletas

y completar, completarme

con dosis de cortesía

pero sin sutileza

ni daños que reclamar;

 

y ya no duermo

allí ni en parte sobrio

traslúcido en las horas

que abren mi corazón

como ilumina su bisturí.


martes

Trotar

 

Ayer salí a correr,

a trotar, en realidad,

mi rodilla rota, más que nada,

solo me deja caminar,

seamos sinceros,


así que intercalé zancadas lentas

con otras más lentas,

y jadeando con la boca seca,

perdiéndome en una rueda

de músculos, saliva, música

y latidos de auricular,

bajé por Pampa,

giré en los bosques,

crucé puentes,

esquivé pozos,

pisé mal,

no me caí,

olí la madera,

el azul del barro,

la ternura del pasto húmedo;

 

me reconocí en espejos de otros rostros,

también cansados, plenos,

llenos de sed y agua salada,

impávidos o lúcidos,

hermosos, horribles,

dando zancadas como yo,

extensas, torpes, mejores y peores,

también envueltos en esta rueda,

de motores acuáticos y mirada distante;

 

salí a correr, pero por momentos,

floté, sentí ceder el peso,

la presión de la gravedad,

sin velocidad, sin destreza ni gracia,

de todos modos, el aire me acoplaba

a su elemento intangible, a su recreo liviano,

como parte de algo que se recuerda,

una pieza de un puzzle perdida en un placar

astillado, en un pozo de arena,

lejos en la infancia, en un túnel secreto;

 

el cielo bajó gris y violeta,

encendiendo torres gigantescas,

valles de cemento,

troncos de luz blanca en la memoria,

risas actuales y pasadas,

trazos de sueño,

gente diminuta que mira tele,

que hace un asado,

que huele a carbón y a leña virgen

quemándose por primera vez,

creciendo de mi pecho agitado,

en gotas que trepan los árboles

naranjas, amarillos y negros;

 

el circuito me cruza como un rayo fluorescente,

arrasa con su aura de nostalgia,

pero siembra su átomo, resplandece y celebra;

 

reverdece caminos olvidados,

cierra cuentas pendientes en la piel,

devuelve el brillo de quienes ya no están.

lunes

Quedarse

Ayer, mamá me acarició en un sueño.
Primero fui un pájaro y salí volando.
Después fui este hombre y me quedé,
me quedé. 


jueves

ausencia de jueves


no funciona la ausencia
vestida de negro del otro lado del vidrio;
 
donde la muerte estrelló en la ventana
su frente de umbral vacío;
 
en el centro, nosotros, golpeamos por salir,
apretando el reloj entre las muelas,
mientras la sábana arde en el cielo de cal;
 
miramos el bosque a través del hoyo en el cristal,
y no encontramos en el árbol de atención
un rostro familiar que eche raíz;
 
la imagen no falta, una patria que no es;
no funciona aquí la ausencia, su cuello negro,
la mosca en la sopa, restos de miedo,
fideos resecos, la niebla estrecha,
luego bajamos la persiana:
el sol nos brilló como una patada en la cabeza.


viernes

Los abuelos del vecino

mi vecino fuma en el balcón,
por supuesto, sin barbijo, no es que se lo baja,
asoma la boca, empina el cigarrillo y la tela le cuelga
de la barbilla,
simplemente fuma allí en el balcón,
de helechos y un banco rojo,
madera vieja y regaderas
que empuñan un abuelo y una abuela, 
dos viejos buenos, puros, hacendosos, 
de zapatos lentos y siempre abrigados,
cuando él se va para adentro,
para regar los helechos mustios,
el caucho del piso,
con sus manos arrugadas
y preciosas, de perdurabilidad 
amorosa,

hoy vi salir al vecino, 
sentarse en el banco rojo,
debajo el caucho seco, la ropa sucia,
y fumar al sol, mirando el cielo cerrado,
azul de baño público,
con su barbijo implantado,
corriéndolo en cada pitada,
centrándolo de nuevo,
como si nadie fuera a regar los helechos,
como si no hubiera que abrigarse,
sino alejar la piel, o esperar solo en la casa,
que los abuelos vuelvan, 
que no se queden
allí donde se los llevaron,
plantados, mudos, permanentes,
que no los seque el sol de cuarentena. 








domingo

Omega

Alpha 
   Beta 
      Gama
sin final y sin hogar;
semana gris de labios secos, boca lenta; ya no está.
Su corazón,
un tren azul 
      se lo llevó
      

Mi blog!


Mirá lo que encontré!
Sin más, te vas, mi blog,
y así no más volvés.

Mi blog, mi amor, sos vos!
Mi sangre allá; mi sangre acá.

pizarra azul que ya no está...
un delantal.

Sin más te 
vas 
   volvés
te vas 
   mi qué

Mi blog!



viernes

corazón


felicidad.

Estimada lectora.

felicidad.


podríamos hablar de símbolos, de diseños platónicos,
de jazmines, cuerdas, maderas, libélulas, bandas elásticas;

podríamos morir aquí en el tiempo de la soledad,
en la bóveda de los minutos fríos,
especulando el vacío sobre la forma del corazón;

su hábitat profundo,
su métrica marina,
el cuerpo que se aparta y se interrumpe;

podríamos podríamos

… este aroma a naturaleza ardiendo,

sinceramente.


espejismos


Ya no te toco,
en el espacio del tacto, un péndulo azul;

es agua oscura, cristales de sal, una montaña espejada,
y aun así, conservamos las formas;

no es un decir, ni es ver realmente, no son palabras,
ni bocas, ni brazos;

es la figura anterior al desenlace, el nudo en la garganta,
la translucida impresión de un paisaje atravesado

por vigas de metal, soldados en los ojos,
disparos de arena, piel anfibia;

pasarán las manos sobre las horas, mundos enteros,
aunque ya no te toco…

y donde había, de verdad fueron caballos,
y donde habrá, la noche asoma.

martes

frustración


la falta de.
redunda ausencia la.
frustración sí. Frustración.
con toda su mayúscula imponencia.
y allí mínimos somos.
también minimizados. aplanados.
otros ados. zados.

la falta de.
aunque de intento en intento.
bajo este cielo. vano. el mástil roto.

no mires. no mires. no.
pero la boca.
la boca negra. la noche allí.
precisamente.

lunes

la soledad


En el centro estoy yo
también yo en la periferia
yo en la introducción
en el nudo
y en el desenlace
soy el marco del cuadro
y el cuadro
el autor
y el que contempla
soy el juego y las reglas
además los jugadores
el que juzga
gano
pierdo
luego celebro la victoria
pero lamento mi derrota
me consuelo
me reprocho
cuando bajo siempre subo
y cuando subo estoy abajo
soy la cruz/ soy el martillo
el abrigo/la caricia
aquel que espera en el paisaje
y el paisaje que se aleja
cuando hablo me respondo
muchas veces con razón
aunque no logro convencerme
me persigo hasta el principio
y al final soy yo de nuevo
en el fondo del espejo
en el túnel de la sombra
para chocar contra mí mismo
y ser víctima y culpable
en este esquema de unidades
sin poder emanciparme
ni alcanzar consenso alguno
preso del ruido/del silencio
mientras soy libre como el aire
y no hay resquicio para otro
en este tiempo repetido
en este espacio estrecho y mío
y yo me escribo y yo me leo
y soy la luz
la noche entera.

martes

Nostalgia


El cuerpo es contorno de nostalgia
en una gota de sol que falta
en un puente de madera en pausa
en un bosque que cae sin eco
en el frío de una cama rota
en el canto del zorzal ardiendo
en una cueva donde el mar no acaba
en la mano que exploraba el pelo
en la luna cuando ya es de día
en las armas de la boca oscura
en un timbre que recuerda el hambre
en la nieve de los besos tristes
en la espina de la espalda en trance
en los senos de la noche blanca
en el hueco de las horas lúcidas
en el bronce de la piel que tiembla
en el galope de una pierna antigua
en el sexo donde habita el pulso
en el aire de los muebles quietos
y en el ruido del olvido, claro,
donde nadie dice nada nada.

Ayer

Ayer desperté con el sol sobre los ojos
minutos primarios que sumaron calor a la nostalgia

amarilla de las horas también calurosas
mientras todo pasaba como una piedra en el desierto

Fue la cerradura llameante entre hogueras y llaves
poco a poco abriéndose en el día y el aire
la corriente trajo a tiempo los recuerdos de un amor
de un desamor, las brazadas del oxígeno/un antiguo corazón

no pude dormir
pero nadé y crecí en brazos remotos y en carne extraviada
no encontré mi hogar hasta más tarde

allí cuando el sol abandonó las formas
la opacidad vespertina acarició pieles, colores y rincones
pude dar a luz una boca, una sonrisa, una explosión casi en silencio

caer en el súbito descenso de las horas
hacia el estómago de un domingo azul, de una tarde en casa.

jueves

Solar

En tanto reconozca los estándares
y mi acción sea precisa
y certera como un sol encendido

procederé alzando la cabeza
sobre las nubes
sobre los árboles
represas, congresos, hospitales

porque mi voluntad no declina
ante la oscuridad del olvido
o la destreza de la indiferencia
o los puños de la ira

sobre una torre de brazos y pulmones
a fuerza de convicción
en un acto que retumbe en el corazón del universo
deslumbrará el final sonoro de la obra
como un cuerpo estelar que canta su victoria infinita.

Algo bueno

Haz algo bien. Sinceramente, correcto. Una acción cuya raíz sea transparente, pero que, a la vez, sus efectos se desplieguen como un espectro de luz sobre la forma de las cosas y los cuerpos. Algo que, por la inapelable bondad de su naturaleza, transforme la causalidad del tiempo, modifique las nociones del espacio, y así lo grande se torne pequeño y lo pequeño, gigante. Que la sonrisa sea sonora y frutal, que las bestias agachen la cabeza, que los hogares se enciendan, y que los truenos estallen detrás del horizonte y en silencio. Haz algo bien. Ordena aquello que se presente a primera vista caótico, toca un corazón con la punta de tus dedos, préstale tu sombra para apaciguarlo, y ofrécele luego un trampolín o toboganes. De alguna manera, súbitamente, las horas que prosigan cobrarán sentido.

El idioma

Me atrevo a decir, que esta mañana, a través de un espejado amanecer, sobre un lienzo rojo de carne y líquido, hemos inventado el idioma.

después del incendio