Haz algo bien. Sinceramente, correcto. Una
acción cuya raíz sea transparente, pero que, a la vez, sus efectos se
desplieguen como un espectro de luz sobre la forma de las cosas y los cuerpos.
Algo que, por la inapelable bondad de su naturaleza, transforme la causalidad
del tiempo, modifique las nociones del espacio, y así lo grande se torne pequeño
y lo pequeño, gigante. Que la sonrisa sea sonora y frutal, que las bestias
agachen la cabeza, que los hogares se enciendan, y que los truenos estallen
detrás del horizonte y en silencio. Haz algo bien. Ordena aquello que se
presente a primera vista caótico, toca un corazón con la punta de tus dedos,
préstale tu sombra para apaciguarlo, y ofrécele luego un trampolín o toboganes.
De alguna manera, súbitamente, las horas que prosigan cobrarán sentido.
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