Ya no te toco,
en el espacio del tacto, un péndulo
azul;
es agua oscura, cristales de sal, una
montaña espejada,
y aun así, conservamos las formas;
no es un decir, ni es ver realmente,
no son palabras,
ni bocas, ni brazos;
es la figura anterior al desenlace,
el nudo en la garganta,
la translucida impresión de un
paisaje atravesado
por vigas de metal, soldados en los
ojos,
disparos de arena, piel anfibia;
pasarán las manos sobre las horas, mundos
enteros,
aunque ya no te toco…
y donde había, de verdad fueron
caballos,
y donde habrá, la noche asoma.
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