Así como querer explicar la
cuadratura del círculo. La tentativa de introducir la fracción triangular en el
espacio redondo, de juguete, insignificante, pero de infinitas opciones
canceladas, de formas sabiendo de formas. Al igual que el puzzle que pareciera no
alcanzar a completar sus propias piezas, repitiéndose así mismo en la falta
constante, como al conjugar las partes, otros fragmentos desaparecen de la
mesa, del aire, del cuerpo, como si nunca hubieran estado allí, y más bien
habrán de componerse en otro planeta, donde no haya lógica aparente que determine
el sentido de las cifras o la correlación de significantes, ni reglas que
imperen para que dos líneas paralelas no amenacen súbitamente con cruzarse, con
romperse en un choque de imposibles, de luces que se encienden cuando todo se
ha apagado, donde aquello que era oscuro se nos abre como un surco en la retina,
y el mundo que hemos visto, de repente, ya no sirve ni siquiera para establecer
los mapas o regular despertadores…
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