(Del lat. vĭctima).
1. f. Persona o animal sacrificado o destinado
al sacrificio.
(RAE).
Y la gente acercándose
en silencio, tímidamente, con la cabeza inclinada. Yo que soy la gente. Y toda
la gente revolcándose en mi jaula. Recuerdo el portazo y los vidrios cayendo, el
perfume a ceniza que prostituía los sábados, las agujas del costurero y las camisas
descosidas. Recordando agujas y agujas. Recordando cómo pedía que me callara. El
aliento negro, el ojo de fuego; la noche sin prejuicio, nombres ni piedades. Aquella
noche, aquella noche entre máscaras y dientes.
Todas las
agujas, ahora, clavadas en el cuello. Cuello ajustado. El sudor quema el pecho,
las axilas, las sábanas, los perros y los días enteros. Dentro de los zapatos
persiste una piedra azulada. Y persistirá.
Posible visión
de la víctima. La víctima gatea hacia el fondo del cuarto. Ella espera a su
víctima. Sos vos. Soy yo. La víctima en celo, la víctima dócil, la víctima que
se ofrece y moja sus labios en mieles sombrías. La belleza de quien ejercerá el
deseo, el réquiem del cuerpo primario. La víctima. El cuerpo deshecho y pedazos
de niebla en la boca. La luna en la garganta.
Leyendo el
diario, muy buenos días, entre gente que vuelve y gente que anda, yo soy la
gente.
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