martes

Inurbano


Y así caen las horas
De una en mil
 golpeando
 cayendo

grieta del sueño sobre el cemento
el esclavo del recto contexto
                        luz derramada sobre el cristal, el planeta desierto
baila un niño alrededor

Sin luz pero en partes iguales
hasta el fin de los átomos
del siglo de orquídeas, y con perfume de mármol
que aún suspira mis labios

Parado en la esquina
                        coagulado
                                    intoxicado de frío y de ocaso; sin furia en las venas
desnudo alimentándome de piedra

No hay colectivos (ni bandadas de pájaros que crucen el páramo)
            No hay manos sagradas
                        No hay hogar, dulce hogar
                                    Y van cayendo
                                                golpeando
los dedos, un lazo
los nervios
            la emboscada

La tarde que late en los huesos de ayer.



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