respiro hondo y duermo
sobrio sobre algodones
meciendo las horas lentas
con la cabeza entre las vías
de nubes viejas
de madera vacía
más antes que tarde
tan tarde que sale el sol
a parir la ciudad en coma;
más que nada para animar
la reacción de proteína
la rasura fisiológica
la respuesta inmune
del metilfenidato
que ofrece hacerse cargo
de las obras incompletas
y completar, completarme
con dosis de cortesía
pero sin sutileza
ni daños que reclamar;
y ya no duermo
allí ni en parte sobrio
traslúcido en las horas
que abren mi corazón
como ilumina su bisturí.